6/29/2014

Vodka y espadas lasers




 
En mis diecisiete-dieciocho, solía cantar -en mi cabecita, en secreto- sobre amores fallidos y pieles tocándose lascivamente. Por fuera estaba volada con paragua pretendiendo ser no-sé-qué. Mentí y tú también. Lo supe cuando fuimos a acampar y me agarraste a besos en el último momento. Ilusa. Era el alcohol. Era la empatía incongruente en que habitábamos. Era una tontera que hubiera dolido mucho más si hubiera sido, que nunca fue por el miedo y el amor del señor y, por sobre todo, por el amor propio. Una patada que me pegó don cuerpo. Ahora te veo y somos tan distintas. Tanto que nos caemos mal a veces, no te culpo. Pero te quiero. Te quiero en los miles de suffles, cervezas, papas de cebolla, puré con merkén y todas las chanchadas con que acompañábamos las películas lloronas y extrañas para dos tortas en el sur. Para dos tontas con falta de amor y profundamente enojadas con el mundo. Y los Pallmall de menta, miles y miles bajo la lluvia en una plaza cuica. Vodka y espadas lasers. Los vidrios robados de una disco pobre. La película que íbamos a hacer, el cuadernito de escenas: "The bitches diary ", por todas las maracas de nuestra vida lésbica. Esos etcéteras que eran nuestros. Ha pasado el tiempo y muchos de nuestros amigos siguen pegados en esos prensados -y cuanta cosa extra- y nosotras estamos aquí, haciendo lo nuestro, tan lejos tan cerca diría el dicho.

¡Ay mi amor adolescente, que nostalgia! Corres como un fantasma en mis recuerdos sonoros. En otro recuerdo sonoro, de otro amor fallido.


Soy una romantic pussy, lo acepto. Y tengo puesta tú camisa vieja, que me hace ver darks.

No hay comentarios:

Publicar un comentario