regurgito dulce,
en el último ciclo del año,
gemido directo a la luna,
mano que afirma lo último que nos queda,
suspendido en la saliva eterna,
la que se escapa y no es de nadie,
la gran luna que no veo,
y solo el aullido más ácido llega,
el aullido de los hombres bestia,
el corazón tenso y la mandíbula expectante,
los ojos duros, mojados,
bajo los brazos todo se recoge,
y la luna,
la luna el astro perdido ,
el astro de los hombres bestia,
el astro invisible que recorre las arterias
incendiando las rugosidades terriblemente abiertas,
por debajo de la piel,
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