9/27/2011

La caravana de los estímulos y percepciones.

Tengo rabia.
Tengo rabia hacia los satélites que me criaron con su fantasma inexistente. Satélites egoístas, individuales, adolescentes.
Móviles anacrónicos de ausencias repetidas que, a jirones, montaron en mis ojos la idea triste del regreso certero. Siempre volverán.


Fui criada por satélites y la gran madre tierra, quien ahora vive lejos, no tan lejos, pero lejos, en los cimientos de su fuga contra el mundo, en la palabra de los dogmáticos y las clases del bien ser.
No volvieron ellos. Volvieron otros con sus rostros, demonios con rostros de mis padres. Mutilaron mi existencia, como uñas de roedor humano que violentan, por puro automatismo, el centro de las hojas dulces.

Intensa. Me siento intensa. Intensa como la carcasa de cobre que se anuda en mis vísceras. Intensa como el olor a hospital. Como el olor a parto que aún deja marcas en las caídas. El olor a sangre y cordón umbilical, enrollado por cierto, tres veces en mi garganta.

¿Como no puedo ser intensa? Olvidar y dar paso a la ironía coarta el goteo de las explosiones, se acumulan en mi vientre y tajan mi carne rugosa. Otra vez volvió el dolor por quebrar la membrana que contiene mi espíritu, encerrado en cuajo por aquel amor primigenio, ausente. Contenido así lo intenso en un flujo menguante, en la forma de un corazón de felpa. Un narval contenido en un acuario.



Mi corazón-ballena arrojado a un tempano. Mi corazón en el azar de una maquina de peluches macabros.
Presa de garras que en su voraz hambre egocéntrica, dejan caer nuevamente al corazón,  en el abismo de los sin nombre.

Mi corazón tras la vitrina de los premios, cada vez se une más con la maquina inoperante, confabulan un boicot contra su funcionar metódico. Juntos quieren ser luditas. Deben ser UN ludita. Desmembrarse del suelo y escapar en el desborde de su historia saturada.

Corriendo por los paisajes grises de la ciudad moderna, en la desnudes de sus cables desfachatados, alimentados por el sol siempre presente. Saltándose guardias, botando señoras, haciendo volar las bolsas llenas de objetos que quieren igualmente liberarse.

En la caravana de los objetos sin forma, el cuerpo maquina-corazón es un provocador.

¿Como mantener la convicción de ser libre? ¿De saber cortar bien los cables, las separaciones correctas, en el tiempo correcto? Experimentar con el tiempo de lo correcto, en el juego de los cortocircuitos,  árido, torpe, energético, tectónico, amorfo, perecedero, nuevo, arrebatado, intenso. La vida en un juego de cables.


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