3/22/2014

aullidos

En la madrugada, que no sé bien si es noche o mañana, escucho a los perros cantar entre ellos. Es un sonido triste, desolador...cuando uno comienza, otros canes se van uniendo, in crescendo, poco a poco, como quienes hayan sabido que algo perdió y se sumaran a una gran despedida. Es como si la melancolía emergiera en toda su animalidad, como una tristeza sin nombre. A mi, en ese frío indescriptible, arropada entre el techo y mis frazadas, se me hunde el pecho y algo gélido quiere salir, regalarse a mi pena. Al escuchar los aullidos no puedo evitar que mi cuerpo se contornee, se revuelva entero, busque su revés. Así, en las noches, cuando estoy sola, un sonido tímido sale de mi boca, como un grito de mi nariz y mi corazón y, cuando ya no me doy cuenta, estoy aullando con ellos, llamándote sin sentido.

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